Firmado delante abajo a la derecha en hindi.
Adéntrese en la geometría sagrada de Benarés, 1961, una magistral composición abstracta de Ram Kumar, uno de los modernistas más venerados de la India. En este lienzo meditativo, Kumar destila el caos y el ritmo de la vida urbana en un mosaico contemplativo de capas de tonos tierra, ocres y geometrías fracturadas. El corazón espiritual de Benarés no se representa, sino que se evoca a través del silencio, la textura y la estructura.
Un lenguaje más allá de la forma
La abstracción de Ram Kumar no narra, medita. Sus formas, aparentemente arquitectónicas pero que se disuelven en la sombra, invitan al espectador a un espacio que oscila entre la memoria y la metafísica. Los planos texturados palpitan con una energía latente, como restos de una ciudad recordada en sueños. No hay figuras, no hay horizonte, sólo la sugerencia de la presencia y el paso, como oraciones que resuenan en la piedra.
Quietud en movimiento
Cada pincelada de Benarés, 1961 es deliberada pero orgánica, y captura un momento entre el movimiento y la quietud. La paleta -anclada en arcilla, ámbar, musgo y azafrán desvaído- parece respirar aire antiguo. Kumar interpreta la abstracción como un ritual, en el que la forma se convierte en un recipiente para la trascendencia. El espectador no es un mero observador, sino un participante en la introspección visual.
La visión de un coleccionista
Esta obra ofrece una rara oportunidad de adquirir una pieza del crucial periodo de Benarés de Kumar, cuando su giro filosófico hacia la abstracción reconfiguró el modernismo indio. Las obras de esta serie forman parte de las colecciones públicas y privadas más importantes y son cada vez más codiciadas por su resonancia histórica y cultural. Benarés, 1961 es un testimonio de la singular voz de Kumar, a la vez contemplativa y poderosamente actual.
El modernismo enraizado en lo sagrado
La visión de Ram Kumar tiende un puente entre las técnicas modernistas europeas y el pensamiento metafísico indio. En este cuadro, no sólo consigue una maestría estética, sino una revolución silenciosa de la visión. Es un cuadro para vivir, que se profundiza con el tiempo y ofrece momentos de reflexión y conexión. Al igual que la ciudad eterna que canaliza, Benarés, 1961 es una obra que perdura, ilumina y trasciende.